lunes, 11 de abril de 2016

Barcelona, una ciudad en expansión

 Fotografía de: Amos Chapple/Rex


A mediados de la década de 1850  Barcelona era una ciudad industrial con un puerto muy activo, pero que se había vuelto cada vez más poblada durante la revolución industrial ,encabezada por el sector textil. La ciudad estaba viviendo a un ritmo más rápido que el resto de España y estaba preparada para convertirse en una capital europea. Aunque su población de 187.000 habitantes todavía vivía en una área pequeña y rodeada por las paredes medievales.

Barcelona tenía una densidad de 856 habitantes por hectárea, destacando el aumento de las tasas de mortalidad que eran más altas que las de París o Londres; la esperanza de vida se había reducido a 36 años para los ricos y a 23 años para las clases trabajadoras. Las paredes se estaban convirtiendo en un riesgo para la salud. Los trabajos de demolición comenzaron un año más tarde,  en esos momentos la ciudad y el gobierno español tuvieron que diseñar y gestionar la redistribución  de una población desbordante.

Los carros tirados por caballos eran el medio de transporte habitual, destaca el hecho de que la calle más estrecha de la ciudad era de sólo 1,10 metros de ancho, mientras que alrededor tenían menos de tres metros de diámetro.  Este hecho se combinaba con el estilo de vida mediterráneo con los residentes, que estaban en la calle hasta que anochecía. En esos momentos se produjeron diferentes epidemias en Barcelona que fueron devastadoras, cada vez que tuvieron lugar murió el 3% de la población.

El ingeniero Idelfonso Cerdá fue el encargado de realizar un nuevo plan, que fue completamente revolucionario para Barcelona. Elaboró un estudio exhaustivo de cómo vivían las clases trabajadoras vivían en la ciudad .  Cerdá confeccionó  el primer estudio científico minucioso sobre lo que era una ciudad moderna y lo que aspiraba a ser, no sólo como una espacio en el que cohabitar sino también un lugar en el que disfrutar de  un cierto nivel de bienestar.

El Ensanche sigue siendo una parte importante de la imagen actual de Barcelona: los bloques octogonales y las esquinas biseladas fueron su idea para lidiar con el tráfico, ya que permitía a los conductores ver más fácilmente lo que ocurría a la izquierda y la derecha. En resumen, Cerdá inventó el concepto de "urbanización"- una disciplina que no existía en ese momento y que él codificó en su Teoría General de la Urbanización en 1867.  Actualmente su trabajo se estudia en escuelas de todo el mundo.

Si  desea ampliar información consulte el siguiente artículo de The Guardian

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